lunes, 19 de enero de 2009

Depresión...

Ahora mis manos tiemblan
porque mi cuerpo necesita nicotina.
Ahora recuerdo cómo
siempre me hipnotizan tus caderas.
Ninfa dominical nocturna
me tendiste una trampa,
y mi instinto animal quedó atrapado en ella.
Aunque a veces creo
que esto no es sólo
la contracción de los sexos,
o la unión nocturna
e insensata de un par de cuerpos,
cada noche a tu lado
se hace más larga
y al despertar, la excitante sensación
de tus besos se convierte en otro sueño.
Pero mi cama sigue teniendo
entre las sábanas tu efluvio
y las almohadas aún están húmedas por el agua
que nacía en tus glándulas
y escurría por tu cabello.
Aún siento en mi lengua
la sensación de tu hermoso vientre plano
y en mis manos tus senos.
Eso no fue sólo sexo
fue un ritual nocturno,
o quizás un sueño.
Aún me miro observándote,
distingo entre la densa obscuridad
como cada nota de tu cuerpo
queda desprendida en el ambiente
y quedas tendida sobre la cama
desnuda, de alma,
desnuda, del cuerpo.
Entonces me llamas,
y yo, impulsado por este animal que llevo dentro,
caigo en tu trampa
y aún siento como tu boca
recorre mi cuerpo.
Ninfa dominical nocturna
tus ojos brillan cuando
tus labios callan,
me tomaste indefenso.
Anoche estuviste conmigo,
lo sé, porque te siento,
pero después desapareciste,
tal vez sólo fue una aventura,
tal vez un sueño...
Pero no importa, porque aquí estaré
como cada noche
fumandome tus besos...

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